viernes, 21 de diciembre de 2012

DE RESCATES, NAVIDAD Y RECUERDOS


Llega la navidad, esos días en los que se reúnen las familias, se hacen regalos, reina la alegría, se cantan villancicos, todo el mundo es bueno y cargado de buenos deseos, comes para todo el año y la armonía fluye en el ambiente como el oxígeno que respiramos. Pero, ¡alto!, ¿de qué estamos hablando? Rebobinemos. Esta navidad también son días de crujir de dientes de los desesperados que hace muchos meses no encuentran un empleo, en la que muchos reciben ese mail fatídico en el que te informan que eres parte de un ERE, en el que uno deposita con pudor ese kilo de arroz en las bolsas solidarias para los que no tienen nada que comer o de rebuscar entre los millones de juguetes de tus hijos para donar esos que nunca merecieron ni un segundo de su tiempo. Curioso progreso sin responsables visibles más allá de la herencia recibida. Ha vuelto la caridad y ha desaparecido el contrato social. Una broma de mal gusto.

Aunque resulta sospechosa la extraordinaria analogía entre estar atentos por la prima de riesgo y hacer el primo, ahora la atención se centra en conceptos inquietantes de los que extrañamente nos hemos acostumbrado. Hablamos de “rescate” con una naturalidad pasmosa y sin extraer ninguna conclusión decente. ¿Días de fiesta? Da que pensar… Una nación que especula con su RESCATE y mientras entretenidos con españolizar territorios díscolos, la enfermiza separación de niños según su sexo, la privatización vergonzante de la sanidad gracias a un cutre camuflaje con el ahorro de costes y una justicia trágicamente censitaria. Antes se hablaba de crisis fiscal del Estado, ahora se llama salvar España ¡JA!

Pobre y entristecida España, que resucita de nuevo aquello que denunciaba en 1898 Ricardo Macías Picavea. “Hele aquí. A pagar anualmente: 600 millones de Deuda por un lado; 470, de servicios por otro lado; en total, 1.070 millones de pesetas. A cobrar: 775 millones por todo los conceptos, y ni una sed de agua más. ¡Luego faltan 295 millones de pesetas! Un pico. ¿Qué hacer? Cabe no pagárselas a los acreedores, y entonces el crac; cabe no pagárselas a los servidores del Estado, y entonces adiós Estado; cabe repartir el pufo equitativamente entre las dos partes, quitando a cada una 147 y medio millones de su cuenta, en cuyo caso crac y finiquito. Cabe todo, menos que las cosas queden y sigan como están. De donde resulta que no hay más salidas que las indicadas, que una de ellas ha de ser a la fuerza, y que, por tanto, hay que estudiarlas, para resolver, en definitiva, acerca del árbol de donde hemos de ahorcarnos.”

Queremos desearos una Feliz Navidad, pero una felicidad cargada de sensibilidad, ternura, solidaridad, moral, conciencia y predisposición a cambiar un estado de las cosas insoportable y éticamente insostenible. Por una navidad que tenga más presente que nunca a los olvidados, a los que malviven avergonzados por actos ajenos, a las víctimas, a los necesitados, a los indignados, a los que claman justicia y a los que luchan por ella. Lo dicho, feliz navidad.

Autor: Algón Editores

jueves, 13 de diciembre de 2012

MADRIGUERAS, LÁMPARAS E IMPERIOS

La policía australiana ha rescatado a seis viajeros perdidos en un desierto, por un error en los mapas de un teléfono de una conocida marca con nombre afrutado. Una garrafal equivocación, que ha obligado a los apesadumbrados viajeros a deambular entre serpientes y otras fieras en aquella enorme soledad, sin agua ni comida, y a arrastrar los zapatos sobre un interminable mar de arena que inmovilizaba los vehículos, buscando un polvoriento rincón con algo de cobertura telefónica que permitiera suplicar socorro. Otro colosal despiste del mismo proveedor tecnológico, que ubicó en sus mapas el río Ebro en Río de Janeiro o la Alhambra de Granada en México.

A la vez que conocíamos de estos fallos impropios de la cacharrería más avanzada, hemos leído en prensa el empeño de una comisión del Kremlin en recuperar el añejo concepto de “civilización rusa”. Aquella teoría decimonónica de Danilevsky, tan querida para autores como Spengler o Toynbee, que ahora inspira la idea de “nación unitaria”, con un poder centralista y omnímodo de naturaleza imperial,que además “asimile culturalmente” a todos aquellos que no profesen el cristianismo ortodoxo. Un recurso a rancias ideas del pasado, alumbradas hace demasiados años en el reducido perímetro de una rudimentaria lámpara de aceite. Esas desfasadas teorías que hoy pretenden legitimar peligrosas ambiciones imperiales, renovadas guerras de religión, la criminalización del diferente, o regodearse en las mágicas virtudes telúricas de una cultura basada en un idioma o en la barriga llena de alguna sustancia pringosa como el petróleo.

Estábamos convencidos de que el signo de nuestra era consistía en la superación de la muerte de Dios, tan querida para los filósofos del Siglo XIX, por la muerte de la Geografía. Pero la penosa vigencia de la vieja combinación de tecnología, territorio y vida cotidiana, o dicho de otra manera, la economía a la vieja usanza que hoy nos gobierna, nos plantea hoy un dilema ruinoso: o nos replegamos en nuestras oscuras madrigueras, o, por el contrario, nos dejamos arrullar por esos ingenuos cantos que niegan la proeza colombina y defienden interesadamente que la tierra es plana gracias a la globalización. Frente a tan fatal disyuntiva, creo que es legítimo explorar alguna realidad alternativa, esa que se resiste escondida a pesar del volumen de información más fabuloso de la historia de la humanidad al alcance de un simple click informático. Como escribe Antón Losada en su prólogo al libro de Macías Picavea Los Males de España, podemos seguir engañándonos con los mitos y leyendas, pero tarde o temprano la verdad y la realidad nos atraparán. Voy a ver si encuentro un mapa en papel y con  colorines para que me aclare donde estamos. 



Autor: Algón Editores

jueves, 6 de diciembre de 2012

¿ES EL GOBIERNO? QUE SE PONGA


Mira, tío, probablemente la mayoría de nosotros estamos de acuerdo en que vivimos tiempos oscuros, y además estúpidos, pero ¿necesitamos ficción que no haga sino dramatizar lo oscuro y lo estúpido que es todo? En épocas oscuras, el arte aceptable sería aquel que localiza y efectúa una reanimación cardiopulmonar sobre aquellos elementos mágicos y humanos todavía resplandecientes a pesar de la oscuridad de los tiempos”. Esto dijo el escritor David Foster Wallace en una entrevista y sus palabras resuenan ahora como música celestial entre tanta incuria política contemporánea.

Una de las tendencias que van a estar de moda en el 2013, según la revista Wired, es la de transformar el gobierno en una plataforma. Un gobierno que deje de ser una vetusta máquina expendedora que devora impuestos y racanea servicios, para convertirse en un gobierno 2.0 diseñado como un smartphone, con un software y un hardware que permitan la participación ciudadana, la innovación y la auto-organización. Un nuevo gobierno regido por los principios de la transparencia, la simplicidad, la participación, la apertura mental, la experimentación y la visibilidad. Una estrategia radical para transformar el poder, enterrar el letargo social y acabar con esos gobiernos ensimismados en sus costumbres añosas. Una audaz  movilización de personas, recursos e instituciones, para procurar una sociedad menos estúpida que la actual. Una reanimación del enfermo, como decía Wallace.

En la obra Open Government, dirigida por Calderón y Lorenzo, se afirma que un gobierno abierto es aquel “que entabla una constante conversación con los ciudadanos”. Una idea tan simple como intrépida, un formidable ariete 2.0 contra tanto gobierno que no explica nada, escucha poco, ignora bastante e impone todo. Una epifanía democrática contra ese poder fosilizado y recluido, que nos entretiene con ficciones crepusculares y nos distrae de un futuro presentable. Hablando de teléfonos inteligentes y gobiernos, no sobraría un poquito de verdadero diálogo democrático. Como diría Gila, si el Gobierno anda por ahí, “¡que se ponga!”.

Autor: Algón Editores


http://algoneditores.es/libros/open-government