El público se quedó de
piedra cuando al subir el telón más de trescientas personas, bailarines,
músicos y tramoyistas, impidieron el inicio de la opera Aida mientras desplegaban
pancartas de protesta contra los Hermanos Musulmanes. El director de la
orquesta de la Ópera de El Cairo leyó al público un manifiesto exigiendo la
dimisión del ministro de cultura, mientras el público aplaudía con fervor cada
una de sus palabras. Aquí algunos se escandalizan porque unos recién
licenciados niegan el saludo a un ministro, mientras por esos lares se
manifiestan con esa energía colectiva y anuncian huelgas indefinidas. Más allá
de los sucesivos ceses de responsables culturales promovidos por el nuevo
gobierno, algo no tan extraño en otras regiones geográficas más cercanas, el
colmo ha sido la intención anunciada por los ultraconservadores de cerrar la
compañía de ballet, porque consideran que es “un arte del desnudo que promueve
el vicio”. Si es que esto de la cultura cada vez más tiene algo de vicioso,
porque sea en el lejano Egipto o por tierras más próximas, es difícil entender
tanta vocación y penuria en cualquier oficio relacionado con la cultura, ante
esa guerra desigual que mantienen contra ese prolífico celo administrativo que
alienta la extinción, ambientado en una formidable indiferencia colectiva.
La ópera suspendida por la
huelga era Aida de Verdi, una historia de celos, guerra, pasión, conquista,
traición y muerte. Algo bastante común y cotidiano en el mundo de la cultura. Como
le pasó a la protagonista de Fotografiar la lluvia, de Lluvia Beltrán, que por perseguir
una instantánea de algo tan inasible como el agua que se precipita desde las
nubes, se ve acosada y amenazada por un indeseable, con un trasfondo de
pasiones y aventuras que invitan a la vida. Es que eso de capturar imágenes se
ha vuelto un oficio peligroso, porque en estos tiempos retratar la vida resulta
un esfuerzo más que ingrato. Es lo que tiene dedicarse a la cultura.
Dado que la palabra Aida es
un nombre femenino árabe que significa visitante o regresando, ese Verdi que ahora
retorna como un invitado imprevisto de una huelga en defensa de la cultura, la razón,
la dignidad y contra la estupidez institucionalizada, resulta de una belleza
arrebatadora. Ese Verdi compositor del Va Pensiero, el coro de los esclavos del
Nabucco, y sobre todo de aquel Himno de las naciones que integró los himnos
italiano, francés, inglés y norteamericano, en un mestizaje políticamente
incorrecto, hoy regresa para una comedia del arte sin máscaras. Pongan un
rostro conocido contemporáneo al Arlequino, al Dottore, a Pantaleone, a
Scaramouche, a Pierrot o a Polichinela, y verán lo poco que hemos cambiado. Ahora
que Aida lucha contra la brigada anti-vicio, Verdi regresa para denuncia de
tanta estupidez concentrada y la Comedia del Arte vuelve para parodia de tanto
ilustre, ya se puede confirmar que la cultura es un vicio, porque fotografiar
la realidad no es actividad apropiada para gente que gusta llamarse de orden.
Marcha Triunfal https://www.youtube.com/watch?v=ojIQf49kNcs
Fotografiar la lluvia http://lluviabeltran.com/
Autor: Algón Editores
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