jueves, 20 de junio de 2013

VICIO Y CULTURA

El público se quedó de piedra cuando al subir el telón más de trescientas personas,  bailarines, músicos y tramoyistas, impidieron el inicio de la opera Aida mientras desplegaban pancartas de protesta contra los Hermanos Musulmanes. El director de la orquesta de la Ópera de El Cairo leyó al público un manifiesto exigiendo la dimisión del ministro de cultura, mientras el público aplaudía con fervor cada una de sus palabras. Aquí algunos se escandalizan porque unos recién licenciados niegan el saludo a un ministro, mientras por esos lares se manifiestan con esa energía colectiva y anuncian huelgas indefinidas. Más allá de los sucesivos ceses de responsables culturales promovidos por el nuevo gobierno, algo no tan extraño en otras regiones geográficas más cercanas, el colmo ha sido la intención anunciada por los ultraconservadores de cerrar la compañía de ballet, porque consideran que es “un arte del desnudo que promueve el vicio”. Si es que esto de la cultura cada vez más tiene algo de vicioso, porque sea en el lejano Egipto o por tierras más próximas, es difícil entender tanta vocación y penuria en cualquier oficio relacionado con la cultura, ante esa guerra desigual que mantienen contra ese prolífico celo administrativo que alienta la extinción, ambientado en una formidable indiferencia colectiva.  

La ópera suspendida por la huelga era Aida de Verdi, una historia de celos, guerra, pasión, conquista, traición y muerte. Algo bastante común y cotidiano en el mundo de la cultura. Como le pasó a la protagonista de Fotografiar la lluvia, de Lluvia Beltrán, que por perseguir una instantánea de algo tan inasible como el agua que se precipita desde las nubes, se ve acosada y amenazada por un indeseable, con un trasfondo de pasiones y aventuras que invitan a la vida. Es que eso de capturar imágenes se ha vuelto un oficio peligroso, porque en estos tiempos retratar la vida resulta un esfuerzo más que ingrato. Es lo que tiene dedicarse a la cultura.


Dado que la palabra Aida es un nombre femenino árabe que significa visitante o regresando, ese Verdi que ahora retorna como un invitado imprevisto de una huelga en defensa de la cultura, la razón, la dignidad y contra la estupidez institucionalizada, resulta de una belleza arrebatadora. Ese Verdi compositor del Va Pensiero, el coro de los esclavos del Nabucco, y sobre todo de aquel Himno de las naciones que integró los himnos italiano, francés, inglés y norteamericano, en un mestizaje políticamente incorrecto, hoy regresa para una comedia del arte sin máscaras. Pongan un rostro conocido contemporáneo al Arlequino, al Dottore, a Pantaleone, a Scaramouche, a Pierrot o a Polichinela, y verán lo poco que hemos cambiado. Ahora que Aida lucha contra la brigada anti-vicio, Verdi regresa para denuncia de tanta estupidez concentrada y la Comedia del Arte vuelve para parodia de tanto ilustre, ya se puede confirmar que la cultura es un vicio, porque fotografiar la realidad no es actividad apropiada para gente que gusta llamarse de orden.  

Fotografiar la lluvia http://lluviabeltran.com/

Autor: Algón Editores

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