Confucio
regresa a China. Ya saben, aquel antiguo filósofo y político chino que hablaba
de las ventajas de la buena conducta y un adecuado gobierno inspirado en la
caridad, la justicia y el respeto a la jerarquía. No es que su espíritu se haya
presentado sin invitación en el aseado congreso del partido comunista chino de estos
días, sino que parece que sus enseñanzas vuelven. La revista Bloomberg Businessweek,
en un reciente reportaje, citaba a uno de los intelectuales que están
impulsando este revival, que afirmaba ufano que “el objetivo de nuestra
estrategia no debe ser solo reducir la diferencia de poder con los Estados
Unidos, sino también ofrecer un mejor modelo de sociedad que el de los Estados
Unidos”.
Un
brillante alarde de imaginación inspirarse en alguien que murió hace más de
2.500 años para una pugna contemporánea. Aunque parece algo comprensible, a la
vista de la rancia invasión que emana de la vieja Norteamérica. Noticias como
el lanzamiento por la factoría Disney de tres nuevas entregas de “La guerra de
las galaxias”, junto con esa abusiva re-comercialización de Spiderman, el Capitán
América, Los Vengadores, James Bond y Batman, que regresan gracias a
inmisericordes liftings tecnológicos, permite sospechar que algo no funciona
bien por esos lares. Tanto recurso excesivo a héroes acartonados de la
posguerra mundial denota cierto desmayo creativo para este siglo XXI. En qué
estarán pensando…
Penando
en la vieja Europa, ¡uy, perdón!, pensando en la vieja Europa, uno se devana
los sesos buscando viejas referencias. La muerte de Sócrates no es precisamente
motivadora. De Drácula o Frankestein mejor no hablar. Tampoco Astérix parece
muy útil, esa imagen de aldea asediada al margen de la realidad, que envía de
vez en cuando a un par de tíos raros medio drogados a socorrer pueblos sometidos.
Nos quedaba Tintín, pero Spielberg nos lo ha levantado para el casting. Otros,
como Robin Hood, Ivanhoe, el Mío Cid o Guillermo Tell, son unos rebeldes anti-sistema.
Corto Maltés (el medio cordobés que desapareció en la guerra civil española en
las filas de las brigadas internacionales), el cruzado justiciero Capitán
Trueno o los inefables Mortadelo y Filemón, no sé cómo se las arreglan, pero siempre
lo pasan fatal.
En
una sociedad donde casi todo se reduce a la ley de la oferta y la demanda, es
probable que la culpa de tan espesa actualidad tenga su raíz en la idea de “foco
miope del votante”, que se cita en el libro “El neoliberalismo me mata”, de
Javier Sánchez. Políticos, economistas, intelectuales, periodistas, editores, consumidores,
de medio mundo, hurgando entre las películas del crío o la biblioteca del
abuelo para encontrar pistas que ayuden a entender el presente e imaginar un
futuro mínimamente decente. Menuda perspectiva.
Autor: Algón Editores
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