jueves, 9 de mayo de 2013

CAPTURANDO EL GRAN PEZ


El famoso director de cine que nos hipnotizó con series y películas como Twin Peaks, Mullholland Drive, Blue Velvet o Inland Empire, ha escrito un libro, “Catching the big fish”, en el que relata su método para capturar y trabajar ideas. En esta obra, David Lynch afirma que “si quieres capturar un pez pequeño puedes quedarte en aguas poco profundas. Pero si quieres apresar un gran pez tienes que ir hacia las más profundas. Porque allí, en el fondo, los peces son más poderosos y puros. Son enormes e imprecisos. Son muy hermosos. Yo busco una cierta clase de pez que es importante para mí, uno que pueda traducir al cine. Aunque hay muchas clases de peces nadando por allí abajo. Hay peces para los negocios, peces para los deportes, hay peces para todo. Todo, cualquier cosa que sea algo, viene del nivel más profundo”.

Aguas oscuras como aquellas en la que navegaban los bajeles que surcaron la cuenca mediterránea de aquel mercader toscano medieval, Francesco di Marco Datini, que renunció a vivir con su esposa y a tener hijos por el terror a perder su fortuna. Cuando gracias a una casualidad se encontró su archivo personal en el siglo XIX, entre sus abundantes documentos se encontró su maravillosa correspondencia personal con su amada Margherita. Al final de sus días, Datini, el genial precursor de la banca privada y la letra de cambio, entre otros ingenios mercantiles de su cosecha, se quejaba amargamente a su amada de su trágica vida dominada por el miedo y la renuncia a la felicidad. Recordando a Datini, podríamos convenir que hoy la única victoria perdurable, de las viejas revoluciones del siglo XX, es otro ingenioso constructo de la febril imaginación mercantil, la del crédito al consumo. Ese éxito que extrañamente alojaba en su seno el germen de un tipo nuevo de infelicidad, la ilusión de la libertad como una siniestra fachada de la deuda individual. Un cambio radical que transformó definitivamente las categorías sociales y mejoró las condiciones de vida de millones de personas, pero que al mismo tiempo empujó al ser humano a convertirse en algo diferente a sus antepasados. Cuando parecía que una cierta idea de política había conseguido domesticar por fin a los mercados, la mayoría se deslizaba en una corriente extraña, esa que hacía de cada individuo un rehén de sus obligaciones económicas a lo largo de toda su existencia. Esa que hacía quebrarse a los ciudadanos en la intimidad, materializando una suerte de democracia demediada, una fábrica perfecta de seres infelices y a menudo solitarios, en la que un poderoso anhelo de propiedad privada se confundía con una tímida voluntad de libertad.

Aunque llevamos demasiado tiempo pescando en aguas superficiales, renunciando a los peces de los mejores sueños por evitar bucear donde no se hace pie, siempre queda una última oportunidad. En la película Mulholland Drive el personaje de Betty preguntó “¿alguna vez has hecho esto antes?”, Rita le replicó “no lo sé, ¿lo has hecho tú?”, a lo que Betty respondió “quiero hacerlo contigo”.  

Autor: Algón Editores


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