El presidente norteamericano
John Adams escribió “mientras han avanzado todas las demás ciencias, el
gobierno se ha estancado; no se ejerce hoy mucho mejor que hace tres o cuatro
mil años”. Más de dos siglos después de tan vehemente confesión no podemos
afirmar que hayamos avanzado mucho al respecto. Bárbara Tuchman, en su libro La
marcha de la locura, describió cómo a lo largo de toda la historia siempre se
ha repetido la tendencia de los gobiernos a emprender políticas contrarias a
sus propios intereses, con evidentes y recurrentes manifestaciones de
insensatez, autoengaño y cabezonería. Y añadía que “los sistemas sociales
pueden sobrevivir a grandes dosis de insensatez cuando las circunstancias
históricas son favorables, o cuando los errores se atenúan gracias a los
amplios recursos o a la magnitud del país”. “En la época actual, en la que ya
no existen más factores de atenuación, el país no puede permitirse tanta
insensatez”. Lo escribió en 1984 y su vigencia resulta ahora pavorosa.
César Ramos, en su libro
#DemocraciaHacker, nos enseña que los problemas actuales difícilmente pueden
resolverse con instituciones pensadas en el siglo XIX, con partidos y parlamentos
que funcionan igual que en la época de nuestros tatarabuelos, mientras los
ciudadanos se alejan cada día más de estas vetustas instituciones y la vida
parece conducirse en otra dirección. Pero este ensayista no se limita al
diagnóstico o la denuncia, sino que se atreve a formular propuestas concretas,
imaginativas, audaces, algunas seguramente impracticables y otras inaceptables
por mentes bien pensantes. En una obra en la que se reflexiona sobre cómo
alinear las instituciones democráticas con los nuevos retos que están surgiendo
hoy, ya, ahora mismo, incluso mientras usted lee estas líneas. Porque en esta sociedad
de la información, en la que es difícil reconocer la geografía de nuestros antepasados
y una decisión de incalculables consecuencias reside en la yema de un dedo que vacila
sobre un ratón de ordenador, cada vez resulta más bochornosa esta asimetría. Seguramente
no hay sentencia condenatoria más severa e inquietante,en los últimos tiempos,
que ese “no nos representan”.
Es evidente que se necesitan
con urgencia políticos e intelectuales sin temor a los nuevos tiempos, con ganas
de complicarse la vida y asumir los inconvenientes de quien formula ideas novedosas.
Sobre todo, se requieren valientes sin miedo a la curiosidad, a las preguntas
incómodas, a reconocer que las cosas no pueden seguir como están y que toca
poner la cara aunque la partan por el camino. Porque de eso se trata, de jugársela
en una travesía, en un viaje, en una meta. El escritor holandés Cees Noteboom
escribió “por desgracia estoy hecho de una manera que siempre quiero mirar
detrás de la siguiente colina y aún no he aprendido que detrás hay otra colina.
¿Qué es lo que espero en realidad (y desde hace tanto tiempo)?”. Ese debe ser el
secreto de la vida, caer y errar una, cien, mil veces, y volver a levantarse y
probar otras mil. Eso debe ser vivir, denunciar la insensatez que te rodea y enfrentarte
a una nueva colina, aunque entiendas que detrás habrá nuevas preguntas y
respuestas, aunque sepas que detrás no se encuentra el final del camino.
Autor: Algón Editores
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