Los
objetos más vulgares esconden una fuerza irresistible para anunciar el ocaso de un poderoso. Jorge
Elías nos recuerda que en la Revolución Francesa no se fabricaron zapatos para
cada pie, sino que el derecho era igual al izquierdo. También cómo los
manifestantes arrojaban zapatos en Washington contra muñecos que representaban
al lamentable Bush hijo, emulando el
agresivo gesto de Muntadar Al-Zeidi.
También nos cuenta cómo en Corea del Sur
persiguen a los ladrones de zapatos que se aparcan en la entrada de
restaurantes, casas y funerarias. Existen otros ejemplos no menos ilustrativos.
Kruschev anticipó la derrota soviética en la Guerra Fría cuando a falta de mejores
argumentos se lió a zapatazos en la asamblea
general de la ONU. Su nieta contó años después que sus zapatos nuevos le
apretaban muchísimo y se los sacó disimuladamente mientras se acomodaba en su
asiento. Tras golpear su estrado con el puño se le cayó su reloj de pulsera. Al
agacharse para recuperarlo, los vio tan relucientes que no pudo resistir la
tentación de usarlos como "arma dialéctica”.Un apretón de pies para la historia.
Jorge Elías también nos relata la envidia del
actual presidente de Ecuador de la ducha del avión presidencial de Cristina Kirchner, el Tango 01. Las
críticas a Sarkozy por la ducha que
instaló y nunca usó en el Grand Palais parisino. Las estúpidas recomendaciones
del dirigente sudafricano Zuma, cuando dijo que el sida se evita con una buena
ducha. O Berlusconi cuando le decía
a una de sus jóvenes amigas por teléfono “toma una ducha y luego espérame en la
cama grande”. Manías que recuerdan a ese personaje de la última película de
Woody Allen, al que tienen que instalarle una ducha en el escenario porque sólo
así puede cantar ópera.
En
la víspera de su derrota electoral, Imelda
Marcos dijo “ganemos o perdamos nos
vamos de compras después de las elecciones”. Ya no tenemos los zapatos de
Imelda para denunciar la plebeya realidad del poder contemporáneo. Qué asco de tiempos,
sin duchas ni zapatos, sólo tenemos a Jorge y su peligrosa pregunta, ¿qué guardan hoy los poderosos en los
bolsillos? Es para orientarnos…
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