jueves, 25 de abril de 2013

DE COLORES


En el último libro que escribió Ludwig Wittgenstein, Observaciones sobre los colores, se puede leer que “en el cine a veces se pueden ver los sucesos de la película como si estuvieran detrás de la pantalla y como si ésta fuera transparente, algo así como una vitrina”. Ludwig prosigue afirmando que “se podría pensar que estamos imaginando una vitrina a la que podríamos llamar blanca y transparente. Y, sin embargo, no nos atrae llamarla de ese modo”. “Tal vez diríamos de una vitrina verde: le da color a las cosas que están detrás de ella, sobre todo al blanco que está detrás de ella”. “¿Se diría de mi vitrina ficticia del cine que le da a las cosas que están detrás de ella una coloración blanca?”. Según la Wikipedia, “el blanco es un color acromático, de claridad máxima y de oscuridad nula” (sic), que habitualmente simboliza en occidente la pureza, la inocencia, la paz e incluso la castidad de una dama, pese a que en otros países se asocie al luto. Un consenso tan amplio como sospechoso, sobre todo al conocer que, según la mayoría de los científicos bien informados, en el cosmos la energía oscura supone el setenta por ciento de todo lo que existe, mientras que la materia conocida no supone más que el cinco por ciento y el resto es la también misteriosa materia oscura.

Es más que probable que hasta ahora hayamos vivido bastante engañados, cómodamente instalados en las butacas de un cine global, atiborrados de grasas saturadas y azúcares adictivos, en el que un filtro unidimensional nos blanqueaba la visión con una realidad artificial. Además, parece ser que por culpa de la atracción gravitatoria el cosmos estaría frenándose. Si es que no ganamos para sustos, el universo se desacelera y la oscuridad domina la mayor parte del espacio. Eso podría explicar qué está pasando, porque no es normal tanta mala noticia, tanto desgobierno, parlamento liviano, economía atrapada, carencia de ideas y ánimos por los suelos. Todo se debía a una poderosa fuerza cósmica extraterrestre. Esa que alienta tanta oscura monocromía. Ese empacho de pensamiento único, esa concentración universal de gustos y costumbres, esos monopolios culturales, esas megacorporaciones sin alma y sin patria, ese vértigo por el disidente, ese incordio del diferente, ese temor por el pequeño díscolo, esa paz en la mentira institucionalizada y tan excesiva recurrencia de indignas derrotas.

Como aquella vieja canción que se titulaba “de colores”, que en una de sus estrofas afirmaba osadamente “son colores, son colores de gente que ríe, y estrecha la mano. Son colores, son colores de gente que sabe de la libertad”.Porque ahora entiendo que el ansia de justicia, la noble empresa de la igualdad, el anhelo de libertad, el deber de la equidad, el valor de la fraternidad, componen ese cinco por ciento de materia que conspira contra la oscuridad. Ese modesto policromo radical, humano, penoso, visible, que se arriesga, que distorsiona, que confunde, como esa vitrina verde que da color al blanco que se oculta tras ella.

Autor: Algón Editores

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